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¿Qué vínculo tenemos con las imágenes que nos rodean? ¿Las observamos con detenimiento?

¿Cuánto influyen en nuestras vidas?

¿Invaden nuestros cuerpos? ¿Nos engrandecen o nos oprimen?

¿Es el arte un medio para transmutar lo que sentimos? ¿De qué manera?

Soy Verónica Vidal Maehara, artista argentina y japonesa. Con estas preguntas presentes en mi mente y mi cuerpo, en mis obras trabajo con el imaginario colectivo para materializar conversaciones entre las culturas que conforman mi identidad. Utilizo el dibujo, la pintura, la cerámica -y otros lenguajes que se adapten a mis inquietudes- como herramientas catalizadoras de mis pulsiones creadoras, que me permiten transmutar emociones y dar forma a mundos poéticos y singulares.

 

Las imágenes son mi punto de partida para explorar mis reflexiones. Como docente, me interesa revisar cómo miramos, cómo aprendimos, qué mitos y leyendas nos contaron y qué información nos brindaron. Desde el Animé hasta Takashi Murakami, pasando por Patoruzú, Prilidiano Pueyrredón y la pintura metafísica de Giorgio De Chirico, me motiva reunir símbolos que circulan popularmente para luego hacer un proceso de apropiación y resignificación. Empatizo con personajes de revistas, habito escenas de obras de arte, cuestiono relatos de libros… Una vez sumergida en estos universos, genero imbricaciones para narrar nuevas historias, en las que hay espacio para el humor, lo bizarro, lo incómodo y lo diverso.

 

Así emergen situaciones y seres fantásticos que habitan los bordes, las fronteras entre las dualidades de nuestra humanidad: lo antiguo y lo actual, la vanguardia y la tradición, lo oriental y lo occidental, lo real y lo imaginario.

 

Aunque el eclecticismo caracteriza a mi cuerpo de obra, encuentro un elemento que unifica toda mi práctica, tanto a nivel conceptual como técnico: el agua. Ella trajo a mis abuelos desde Japón hasta Argentina y también ella se escurre en cada una de mis creaciones, permitiéndome dar sentido y unidad a mi propia mezcla de culturas. Este elemento aparece en los retratos a personas sumergidas en el mar, en la representación de peces Koi, en la fluidez de una pincelada y en el contacto de mis manos con el barro. Mediante el agua, que todo lo invade y todo lo conecta, puedo volcar mi interioridad en algo tangible: un ecosistema personal, simbólico y posibilitante.

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